Esta es la razón por la que algunos niños repiten la misma historia con sus muñecos una y otra vez

Esta es la razón por la que algunos niños repiten la misma historia con sus muñecos una y otra vez
Sin comentarios

Tu hijo vuelve a sentar a sus muñecos en la misma mesa invisible y repite con voz suave: “ahora cenamos, y después nos vamos a dormir, ¿vale?”. Lo ha hecho ya cinco veces esta semana. Y probablemente lo siga haciendo. ¿Por qué lo repite tanto? ¿Es normal? ¿Debes intervenir?

Este tipo de juego repetitivo no solo es habitual, sino que además cumple una función clave en el desarrollo infantil. Bajo ese “bucle” de historias sencillas se esconden procesos muy importantes: desde la elaboración emocional hasta la construcción del lenguaje.

Y no, no significa necesariamente que haya un trastorno del neurodesarrollo, aunque a veces pueda indicar algo más. Veamos qué puede significar.

La repetición como necesidad y aprendizaje

Muchos niños repiten los mismos juegos, las mismas frases, las mismas historias una y otra vez. Lejos de ser simple rutina, esta repetición cumple una función de estructura y seguridad. Les ayuda a anticipar, a entender lo que va a pasar y a tener cierto “control simbólico” sobre su mundo interior.

Cuando repiten una historia con sus muñecos (por ejemplo: “mamá se va, pero vuelve”), no están simplemente “jugando”. Están integrando emociones, poniendo palabras a lo vivido y dándole forma con su narrativa interna.

El juego repetitivo a menudo ayuda a anticipar, a entender lo que va a pasar y a tener cierto “control simbólico” sobre su mundo interior.

Tal como explica un estudio de Harris y Kavanaugh (1994) en Developmental Psychology, el juego simbólico permite a los niños procesar eventos reales a través de la ficción, especialmente si se repiten varias veces para consolidar la experiencia emocional.

Una forma de estimular la memoria y el lenguaje

Además, repetir historias estimula la memoria secuencial y el lenguaje. Cada repetición es un pequeño "laboratorio" donde prueban cómo se dicen las cosas, cómo reacciona cada personaje y qué sentido tiene todo. Así, lo que parece un simple juego se convierte en una herramienta de aprendizaje activo.

  • Un ejemplo: una niña de tres años juega todos los días con su muñeca a ir al médico. En la historia, siempre le duele la barriga, la curan y la abrazan. La niña estuvo ingresada hace poco. A través de la repetición, en cierta forma ordena esa experiencia y además ensaya un final reparador.

¿Y si repite demasiado? Autismo y señales a observar

Es cierto que en algunos casos, la repetición muy intensa, rígida y sin flexibilidad puede ser una señal de alerta. Por ejemplo, muchos niños con autismo utilizan el juego repetitivo, o el juego en el que alinean sus juguetes constantemente, como forma de autorregulación. Reproducen los mismos guiones, frases o acciones, y pueden mostrar mucha ansiedad si se rompe la secuencia.

Sin embargo, esto no significa que todo niño que repite historias esté en el espectro autista. La diferencia está en el grado de flexibilidad. Si el niño puede introducir pequeños cambios, tolera nuevas propuestas o se interesa por otras formas de juego, suele tratarse de un patrón normal.

Cuando el juego es demasiado cerrado y rígido

En cambio, si el juego es muy cerrado, no hay interacción con otros niños o hay malestar al alterar la rutina, conviene observar con más atención.

Según un estudio de Honey et al. (2006), publicado en Journal of Autism and Developmental Disorders, los niños autistas muestran mayor rigidez en el juego simbólico y menos variaciones espontáneas. Pero incluso en ellos, el juego repetitivo tiene valor adaptativo y emocional, por lo que no debe eliminarse, sino acompañarse con sensibilidad.

Cómo puedes acompañar este tipo de juego

  • Valida su historia. Aunque se repita, escúchala como si fuera la primera vez. Eso fortalece su autoestima narrativa.
  • Introduce pequeñas variantes: un personaje nuevo, un cambio de escenario, una pregunta que amplíe el juego... (“¿Y si hoy la muñeca está enfadada?”).
  • Propón pero no impongas. Si el niño se resiste al cambio, respeta su ritmo. Quizás haya alguna razón detrás.
  • Si ves señales que te preocupan, consulta a un profesional sin alarmarte. Observar no es etiquetar, es cuidar mejor y entender.

En general, repetir historias a través del juego infantil no es una pérdida de tiempo, es una forma de crecer, entenderse y sanar. Dentro de ese “otra vez lo mismo” hay algo muy distinto cada vez: un aprendizaje que se refuerza, una emoción que se integra y un vínculo que se construye.

Eso sí, si ves que el diálogo en el juego siempre es el mismo, observa, pregunta y explora; tal vez eso también te proporcione información valiosa del mundo interior de tu hijo, de situaciones concretas o del momento actual que esté atravesando.

Foto | Portada (Freepik)

Temas
Inicio
OSZAR »