Cinco frases infalibles que evitarán enredarte en discusiones inútiles con tu hijo adolescente

Cinco frases infalibles que evitarán enredarte en discusiones inútiles con tu hijo adolescente
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Hay un momento, quizá te suene, en el que ves venir la tormenta. Tu hijo adolescente entra en casa dando un portazo, le preguntas cómo le ha ido el día… y ¡bam! Salta el chispazo.

De pronto, os encontráis atrapados en un torbellino de reproches, silencios tensos o frases cortantes que dejan un regusto amargo. Y te preguntas: ¿cómo puedo acercarme a él sin acabar discutiendo?

Acompañar en la adolescencia puede ser un reto

Antes de seguir, déjame decirte algo importante: si sientes que a veces caminar junto a tu hijo adolescente es como cruzar un campo de minas, no es que lo estés haciendo mal.

Es que crecer (y acompañar en el crecimiento) duele y desafía a partes iguales. Pero hay formas de caminar por ese campo con más calma, evitando las explosiones innecesarias. Y mucho empieza en cómo hablamos.

En este artíclo compartimos cinco frases que no son fórmulas mágicas, pero sí útiles (con ejemplos). Son frases pensadas para desactivar en lugar de activar la batalla. Porque a veces, no se trata de ganar una discusión… sino de ganar la relación.

1) "No voy a discutir contigo ahora, pero quiero entenderte cuando los dos estemos más tranquilos"

Esta frase marca un límite claro sin cerrar la puerta a la comunicación. Por ejemplo, imagina que tu hijo te grita que "no entiendes nada" porque no le dejas salir entre semana. En vez de entrar en su ola de ira ("¡Me hablas bien o te quedas sin móvil!"), puedes responder con serenidad:

No voy a discutir contigo ahora. Para mí es importante entender cómo te sientes, pero prefiero que lo hablemos en otro momento, cuando estemos más tranquilos.

Este tipo de respuesta baja la temperatura emocional y envía un mensaje: no somos enemigos, solo necesitamos otro momento para encontrarnos o entendernos.

2) "Ayúdame a ver las cosas desde tu punto de vista"

Pocas cosas desarman tanto a un adolescente como sentir que queremos entender su mundo, no imponer el nuestro. Esta frase no promete estar de acuerdo, pero sí abre la puerta a la empatía.

Por ejemplo, tu hija quiere ir a un festival de música que te da pánico. En vez de soltar el clásico "ni hablar, es peligrosísimo", puedes decir:

Sé que para ti es importante. Ayúdame a ver las cosas desde tu punto de vista.

Aunque esto no tiene por qué significar ceder o 'darle la razón' al final, lo que sí haces aquí es cambiar la dinámica de poder. De "yo decido" a "yo quiero comprenderte". Y eso cambia todo.

3) "Puede que tengas razón en parte, quiero escucharlo"

Reconocer que ellos también tienen su parte de razón es algo que no esperan… y por eso, muchas veces, los descoloca para bien. No estás renunciando a tu criterio como adulto. Estás mostrando que su perspectiva importa.

Por ejemplo, si tu hijo protesta diciendo que "todos sus amigos tienen más libertad", puedes responder:

Puede que tengas razón en parte. Me interesa saber cómo lo ves tú.

Le enseñas que las diferencias no son un campo de batalla, sino un espacio de diálogo.

4) "Me importas más tú que esta discusión"

Cuando una conversación se enreda y empieza a doler, recordar lo esencial puede cambiar el rumbo. Por ejemplo, estás discutiendo porque llega tarde a casa y te sientes decepcionado. En vez de lanzar reproches ("¡No me respetas!"), puedes parar en seco y decir:

Me importas más tú que esta discusión.

Es un golpe de realidad emocional. Les recuerda que el amor no depende de que estén de acuerdo contigo. Les recuerda que no tienen que ser perfectos para ser amados.

5) "Voy a confiar en que juntos encontraremos una solución"

Decir esto es como tender una cuerda invisible entre tú y tu hijo: no estáis en bandos opuestos. Estáis en el mismo equipo, buscando juntos una salida. Por ejemplo, hay un problema con los estudios, las notas bajan, las excusas crecen. Puedes tentarte a entrar en modo sermón ("¡Si sigues así, no vas a ningún lado!"), o puedes respirar hondo y decir:

Sé que ahora es difícil. Voy a confiar en que juntos encontraremos una solución.

Les das un mensaje de fondo: creo en ti, incluso cuando las cosas se tuercen.

Cerrar heridas, no abrir trincheras

A veces, creemos que ser padres de adolescentes es sobrevivir a las discusiones. Pero en realidad, se trata de aprender a elegir las batallas que importan y, sobre todo, cuidar el 'puente' que nos une a ellos.

No siempre será fácil. Habrá puertas que parezcan cerrarse... Pero si seguimos llamando con respeto, sin derribarlas a golpes, muchas veces… se abrirán.

Porque en el fondo, lo que tu hijo necesita no es ganar una discusión. Lo que necesita es saber que, pase lo que pase, sigues ahí.

Foto | Portada (Freepik)

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