
La educación Montessori es una metodología de aprendizaje que favorece la autonomía de los niños, dándole libertad y confianza para aprender, explorar y jugar. A través de diversos materiales y juguetes utilizados en un ambiente positivo, los niños realizan actividades estimulantes para su desarrollo de manera natural.
Entre los múltiples elementos que se suelen utilizar al momento de crear una habitación de inspiración Montessori, encontramos que el espejo es uno de los componentes fundamentales.
Te contamos cómo puede apoyar éste al desarrollo del bebé.
Jugar frente a un espejo o ver su imagen reflejada en él, es muy beneficioso para el desarrollo de los niños desde que son bebés, tanto a nivel psicomotriz como a nivel emocional.
Así beneficia el espejo al desarrollo del bebé
Cuando los bebés juegan frente a un espejo estimulan su curiosidad, pues aunque al principio no entienden que son ellos mismos la persona que está en el espejo, ver a "alguien" al otro lado que se mueve y parece interactuar le resulta curioso y divertido.
Alrededor del séptimo u octavo mes de vida, jugar frente a un espejo ayuda a que el bebé comience a entender su propia individualidad y se vea como un ser independiente a su madre. Esto a su vez le ayuda a tener un mejor conocimiento de sí mismo y de cuerpo, observando las diferentes partes y lo que es capaz de hacer con ellas.
Tras hacer estos descubrimientos, el bebé comenzará a experimentar frente al espejo, haciendo más movimientos y adoptando diferentes posturas, contribuyendo así a su desarrollo motor.
Por otro lado, jugar frente al espejo también le ayuda al reconocimiento de las propias emociones, favoreciendo la práctica de gestos faciales para expresar su estado de ánimo.
¿Cómo debemos colocar el espejo?
Si deseas incorportar esta herramienta de inspiración Montessori en la habitación de tu bebé, hay ciertas pautas que debes tomar en cuenta.
El espejo debe ser irrompible y habremos de colocarlo en posición horizontal a ras del suelo, para que pueda verse mientras juega frente a él. Debe estar bien atornillado a la pared y puede estar paralelo a un tapiz o colchón sobre el que el bebé juegue habitualmente.
Opcionalmente, podemos buscar un espejo que tenga una barra de sujeción, para que el bebé pueda asirla y, llegado el momento, ponerse en pie.
Cuando el niño ya camine de manera independiente, habremos de cambiar la orientación del espejo, colocándolo en posición vertical y a una distancia en la que pueda seguir viéndose reflejado al moverse o jugar.