
En un mundo donde se opina constantemente de las maternidades ajenas y en el que parece que hay que acelerar la infancia, fomentar la independencia a cualquier precio y no “acostumbrarlos a los brazos”, resulta esencial conectar con el propio instinto, así como escuchar otras voces.
Y de esto habla el psicólogo e investigador en neuropsicología Nacho Roura, quien relata en el Podcast Madre Mía Qué Movida que de pequeño, con 10-12 años, cuando tenía pesadillas, iba a dormir con su madre. "Quien diga que eso es malo de por sí, se está perdiendo un aspecto de la vinculación entre las personas que da un poco de cosa".
El contacto humano para autorregularnos
Nacho añade: "Yo puedo acompañar a alguien en algún momento en el que esté mal, porque eso es una forma de autorregularnos, el contacto humano". Y, de hecho, la neurociencia lo respalda: el contacto físico genera oxitocina, calma el sistema nervioso, reduce el cortisol.
Según Nacho, dormir con tu hijo no es solo compartir espacio, es construir vínculo emocional, facilitar regulación y brindar seguridad. Porque los bebés necesitan contacto para crecer fuertes, seguros y emocionalmente conectados. El amor nunca es demasiado.
Amar, estar y ser refugio
Aunque Nacho habla de dormir, en realidad habla de amar. De estar. De presencia emocional real. Porque educar no es solo establecer normas, es también (y sobre todo) brindar refugio.
Así, esto va más allá del colecho, y va de lo que hay detrás: de una forma de estar presentes, sin prisas, sin pantallas, sin miedo al apego. Porque el amor no desactiva la autonomía, la construye.
Un niño que ha sido sostenido en sus lágrimas sabrá sostenerse después. Un niño que ha sido mirado sin juicio podrá mirarse a sí mismo con compasión. Y estar presente no es hacer grandes cosas. Es parar el móvil cuando te llama. Escuchar cuando no sabe explicar lo que siente. Abrazar cuando se equivoca. Es convertir lo cotidiano en un espacio seguro.
El amor es la base
Dormir juntos no es solo un tema de espacio o comodidad. Es una forma de estar disponibles, también de noche. Y no es incompatible con enseñar a dormir solos, ni con fomentar la independencia.
El mensaje de Nacho es importante, porque nos han enseñado que amar es ceder, que estar disponibles es rendirse, o que el apego es peligroso.
Pero justamente se trata de todo lo contrario: es el amor el que forma la base de todo lo demás. Y quizá no recordemos el día exacto en que nuestros hijos dejaron de venir a nuestra cama.
Pero sí recordarán –como él recuerda el regazo de su madre– que cuando tuvieron miedo, alguien estuvo ahí. Y eso, sin saberlo, les hará sentirse valiosos para siempre.
Foto | Portada (Montaje propio; Nacho Noure + Freepik)