Qué significa que los niños tengan un amigo imaginario, según la psicología

Qué significa que los niños tengan un amigo imaginario, según la psicología
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Imagina que están en casa y, mientras tu hijo pequeño juega, le escuchas dirigirse a alguien más. Con algo de confusión, le preguntas si te ha llamado a ti, y te responde que no, que solo está jugando con su amigo... imaginario, porque tu hijo se encuentra completamente solo.

Muchos padres se preocupan con este escenario, pues piensan que si sus hijos tienen un amigo imaginario es porque, o se sienten solos o abandonados (que seguramente no lo están), o hay algo que no anda bien (que también es poco probable).

Sin embargo, tener un amigo imaginario no es motivo de preocupación, a menos que cumpla con ciertas condiciones que mencionaremos más adelante. Esto es lo que dice la psicología sobre los amigos imaginarios.

En primer lugar, habremos de aclarar que el hecho de que un niño tenga un amigo imaginario no es algo negativo y su presencia no significa que exista alguna patología. Es algo completamente normal y es parte de una etapa muy importante en su desarrollo: la del pensamiento mágico.

Cuándo aparecen

Los amigos imaginarios suelen aparecer con frecuencia en la primera infancia, alrededor de los tres años, y consisten en una figura invisible o no real con la que tienen uno o varios tipos de interacciones. Considerando que suelen desaparecer alrededor de los siete años, es muy probable que muchos de nosotros hayamos tenido uno, pero no lo recordemos.

Aunque este comportamiento se ha visto con mayor frecuencia en hijos únicos, primogénitos o niños que se llevan mucha diferencia de edad con sus hermanos mayores, puede aparecer en cualquier niño, y se calcula que alrededor del 30% de los niños suelen tener uno.

Pero, ¿por qué aparecen? No es que nuestros hijos estén alucinando ni que haya algo mal en ellos. El amigo imaginario, según revela la psicología, suele ser una práctica de su personalidad social.

El amigo imaginario y las habilidades sociales

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Foto | Allan Mas en Pexels

Los amigos imaginarios son muy útiles para los niños en general, pues les ayudan a practicar la socialización, ya que funcionan como una especie de juego de roles.

Así, cuando los niños se crean un amigo imaginario no es porque se sientan solos, sino porque están desarrollando tanto su imaginación como sus habilidades sociales.

Por ejemplo, a veces lo usan para reflejar emociones y revelar lo que están sintiendo ante determinada situación, compartiéndonos los sentimientos de su amigo (aunque en realidad sea lo que sienten los niños) o bien, "contándole" a su amigo lo que siente, como una manera de aprender a comunicar sus emociones.

En otros casos, los niños pueden recurrir a "hablar por su amigo" y comunicarnos lo que éste desea compartir cuando tiene interés por participar en conversaciones de adultos, pero no se sienten lo suficientemente expertos o mayores como para hacerlo por ellos mismos.

Por otro lado, algunos niños recurren a su amigo imaginario para sentirse más seguros en diferentes entornos y contextos, como en el cole o el parque, pues tienen a alguien que les está haciendo compañía.

¿Hay que hacer algo? ¿deberíamos preocuparnos?

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Foto | Yankrukov en Pexels

Como ya lo hemos dicho, que los niños tengan un amigo imaginario es algo completamente normal y no es algo que debamos corregir. De hecho, no es recomendable que neguemos la existencia del amigo, sino que como padres reconozcamos esta figura que acompaña a nuestro hijo.

Además de ayudarle a desarrollar sus habilidades sociales y practicar cosas como la empatía o la resolución de conflictos cuando "discute" con él, el amigo imaginario puede darnos información sobre las necesidades o inquietudes de nuestro hijo.

Ahora, si notamos ciertas cosas como las que mencionaremos a continuación, sí que sería buena idea comentarlo con el pediatra, pues hay ocasiones en que los amigos imaginarios surgen como respuesta a eventos que son traumáticos o estresantes para los niños:

  • Si el amigo imaginario nunca se va, es decir, si se prolonga más allá de los siete años (cuando ya empiezan a desarrollar cierta lógica), o si nuestro hijo siempre esta hablando con su amigo imaginario e ignora todo lo demás.
  • Si el amigo imaginario "amenaza" al niño o lo incita a tener comportamientos o actitudes violentas o agresivas.
  • Si notamos cambios repentinos en las interacciones sociales del niño, como retraimiento o aislamiento social, o si observamos que está afectando su vida de alguna manera.
  • Si hay un historial familiar de enfermedades mentales.

Foto de portada | Polesie Toys en Pexels

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